Continuando con los apuntes del conversatorio sobre procesos creativos de Bonobo Teatro y Espacio Checoslovaquia, el tema del financiamientos, tiempos de ensayo, espacio y recursos técnicos fue apareciendo en diferentes ocasiones.
Los formatos de producción precarios otorgan a la creación una cualidad estética que constituye el campo disciplinar local y actual. No siempre cuenta con los recursos (tiempo y financiamiento) óptimos para la realización de sus proyectos, no obstante esa carencia le imprime, creatividad por una parte y urgencia por otra.
A falta de espacios, se habilitan lugares no convencionales que muchas veces no solo modifican la idea original sino que se transforma en un eje de la creación, por ejemplo una compañía dice que ensayaba en una pequeña sala de un jardín infantil y luego el diseño escenográfico era casi una reproducción de ese espacio.
Una lógica de la precariedad es trabajar en redes de colaboración, de esta forma se consiguen desde utilería, hasta financiamiento de producción e incluso colaboración de artistas que conforman el proceso creativo.
Cabría preguntarse de qué manera afecta la búsqueda de financiamiento al proceso creativo y a la obra final. Porque es probable que un mismo proyecto se ejecute de forma muy diferente si se postula al fondart, si gestiona a través de crossfounding, si autogestiona a través de actividades paralelas. Tan solo estos tres ejemplos de financiamiento implican una gama diversa de acciones que sin lugar a dudas repercute en la creación.
Por otra parte los formatos de producción precarios devuelven una urgencia e importancia que impregna de sentido el trabajo que se está haciendo. Muchxs invierten fines de semana, feriados o realizan una segunda jornada laboral después de su trabajo remunerado, por tanto lo que se hace carga el sentido de todo ese esfuerzo, la urgencia por crear adaptándose a las condiciones incluso a contracorriente, deviene en creaciones complejas que de algún modo remiten también a su propio formato de producción.
A falta de espacios, se habilitan lugares no convencionales que muchas veces no solo modifican la idea original sino que se transforma en un eje de la creación, por ejemplo una compañía dice que ensayaba en una pequeña sala de un jardín infantil y luego el diseño escenográfico era casi una reproducción de ese espacio.
Una lógica de la precariedad es trabajar en redes de colaboración, de esta forma se consiguen desde utilería, hasta financiamiento de producción e incluso colaboración de artistas que conforman el proceso creativo.
Cabría preguntarse de qué manera afecta la búsqueda de financiamiento al proceso creativo y a la obra final. Porque es probable que un mismo proyecto se ejecute de forma muy diferente si se postula al fondart, si gestiona a través de crossfounding, si autogestiona a través de actividades paralelas. Tan solo estos tres ejemplos de financiamiento implican una gama diversa de acciones que sin lugar a dudas repercute en la creación.
Por otra parte los formatos de producción precarios devuelven una urgencia e importancia que impregna de sentido el trabajo que se está haciendo. Muchxs invierten fines de semana, feriados o realizan una segunda jornada laboral después de su trabajo remunerado, por tanto lo que se hace carga el sentido de todo ese esfuerzo, la urgencia por crear adaptándose a las condiciones incluso a contracorriente, deviene en creaciones complejas que de algún modo remiten también a su propio formato de producción.
Son éstos formatos de producción precarios un factor relevante en las estéticas y problemáticas que plantea el teatro local actual, con esta afirmación no desmerezco que otrora haya sucedido similar, solo que éstas reflexiones surgen en este contexto.
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